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En la esquina derecha del Sur de nuestra provincia se encuentra uno de los términos municipales más grandes de ella y, cómo no, uno de los muchos lugares de belleza singular de esta querida tierra nuestra que no tiene desperdicio.

Leyenda e Historia

Si remontarse en los orígenes de la Historia es trabajo difícil y erizado de obstáculos, el hacerlo en la búsqueda de las comunidades cántabra de este rincón limitante con Burgos y el País Vasco resulta también atractivo y sorprendente.

Las lenguas vernáculas son buen indicio para la labor de hallar los orígenes de un pueblo, y estamos en zona donde el vascuence presenta cierta influencia. Si el vascuence se deriva del indoeuropeo, lengua origen de las hoy habladas en Europa y procedente de Asia, no sería descabellado aceptar la afirmación de Sainz de los Terreros que e su libro sobre el valle de Soba, y en la página 201, comienza su capítulo XVI: «De la India vinieron a Soba los primeros pobladores. Sangala, Sangia y Sangario había en los países de que procedían los celtas y de allí debieron ser los que llamaron primero Sanga (según Astarloa, quiere decir en vascuence río poco caudaloso, río sin venas, sin ramas) al río Soba y Sangas a uno de los pueblos».

Dónde termina la leyenda y comienza la historia es algo siempre dificil de discernir; pero parece lógico que Soba estuviera en sus primeros años ligada a los hechos de los cántabros.

Posteriormente, y luego de don Pelayo, que aglutinó a todos los cántabros, y tras el fugaz reinado de don Favila (el comido por el oso), gobierna con el título de Rey Alfonso I el Católico, hijo del duque Pedro de Cantabria, bao cuyo mandato aparece ya el concepto de Castilla, como comienzo de una reconquista organizada sistemática y estratégicamemte basada en la relajación de las costumbres del poder árabe que se gastaba en las luchas internas.

A partir de este reinado se llama Castilla la Vieja al territorio comprendido desde Pancorvo al nacimiento del Esla y de Valmaseda y Ramales a Villadiego y Saldaña; en este cuadrilátero quedaba el valle de Soba.

El resto del reino, desde Castropol a Somorrostro, eran las Asturias.

Las Asturias en Santa Llana (Santillana) comprendía de Santillana a Potes; las Asturias de Santander, lo limitado por el Saja y el Miera, y las Asturias de Trasmiera o de Santa María del Puerto, lo comprendido entre el Miera y el Asón.

Aunque dentro del ámbito provincial, los habitantes de estos parajes se atribuyen a sí mismos claras diferencias con los llamados pasiegos, cuyos territorios van justamente desde el río Miera hasta el Saja; en lo que antes hemos llamado las Asturias de Santander, los sobanos no parece que etnográficamente constituyan un pueblo de origen diferente.

Los pasiegos son conocidos como gentes de gran habilidad para el trato ganadero de compra y venta, el cuidado de la cabaña y el prado, así como otras características.

Sainz de los Terreros define inicialmente como pasiegos a los habitantes de los montes de Pas, que viven diseminados en cabañas aisladas o agrupadas en los tres centros de población citados: San Roque de Río Miera, Nuestra Señora de la Vega (Vega de Pas) y San Pedro del Romeral.

Además de estas villas y las muchas cabañas que en todas direcciones las rodean, hay bastantes de las últimas en las cabeceras de Soba, Ruesga, Carriedo, Toranzo, Espinosa y también algunos pueblos como Pisueña, que es de Selaya, Valdició de Soba y Calseca de Ruesga, sin contar a Miera, participante de carácter y costumbres del de Pas y del transmerano.

Del sobrenombre Pas, Pax o Paz de estos montes se dio a sus habitantes el de pasiegos. El motivo de tal nombre lo refieren según la siguiente tradición:

En el famoso puerto de las Estacas hay una llanura llamada Trueba, poblada de casas y prados, situada entre peñas y montes, donde dicen algunos historiadores terminaron las guerras los romanos y los cántabros, determinándose la lid por común consentimiento, entre trescientos veinte elegidos por cada parte. Habiendo vencido los cántabros, pidieron se les observasen las estipulaciones del pacto, que consistían en que en caso contrario habían de quedar sometidos a los romanos. El capitán de los romanos se oponía alegando que cada uno es muy valiente en su tierra, a lo que se avinieron los cántabros, y acordaron repetir las justas en Roma. Así se hizo en la isla del Tiber con resultado idéntico, habiéndose quedado algunos cántabros en aquellos lugares, y por eso hay allí apellidos Orias y otros que de aquí proceden. Por dicha victoria y suspensión de hostilidades, por haber terminado allí sus guerras, piensan algunos historiadores les viene el nombre de los motes de Pas.

Tradiciones

Laborioso, honrado e independiente no en extremo, el sobano está dotado por lo general de claro entendimiento y mucho amor patrio. Menos inclinado que el resto de los montañeses a contiendas judiciales.

Sus costumbres más destacadasson:

Las estancias. Son las reuniones de hombres y mujeres de dos o más casas del pueblo durante las largas y frías noches del invierno. Ellas hilaban y ellos jugaban a la flor.

Romería. El día de la fiesta.

El juego de bolos.

La trilla para cosechar cereales.

El Banco de Adras es la asociación de los que durante el verano convienen en matar cada sábado una vaca, que reparten el domingo, dando a cada socio las libras (de veinte onzas) que le corresponden en razón de repartir a su vez una vaca entre sus compañeros. Si el Banco es de veinte Adras, veinte vacas se reparten.

Marzas y Pascuas son costumbres aún vivas de cantar en el mes de marzo, al llegar la primavera, acudiendo a las casas.

No quisiera dejar de citar aquí la tradición más moderna, pero no por ello menos curiosa, de contar ente sus hijos ilustres, como sobano famoso, cuyo origen hoy algunos discuten, al popular Eloy Gonzalo, «el héroe de Cascorro», del cual muchos creen, por aquello de la situación de su estatua en el castizo Rastro madrileño, que es oriundo de la capital.

Limites. El valle de Soba, yaqueda dicho, limita al Oeste con el río Miera, siendo su pueblo limítrofe Valdició.

Por el Norte limita con Arredondo y Ruesga. Por el Este limita con Lanestosa y la carretera que lleva al puerto de los Tornos, luego esta carretera se hace sobana y pasa cerca del pueblo de El Prado, casi en lo alto de el puerto.

El límite Sur lo marcan los montes de la zona de Espinosa de losMonteros, provincia de Burgos, y los puertos de los Toenos, La Sía y Lunada.

Montes y ríos

De toda esta cadena montañosa nacen una serie de ríos; así, el Asón, sobano en un principio, pierde pronto su identidad, ya que Arredondo recibe el arroyo Bustablado, procedente de las estribaciones del puerto de Alisas.

El río Soba, nacido también en Soba, y muy próximo al Asón, describe un círculo en direcciçon Este, y aunque es tanta la del uno como la del otro, en Ramales, junto con sus aguas, le entrega su nombre.

¿Cómo se llama este río Soba? Antiguamente se llamaba Sanga, después fue llamado Mayor o Gándara y por lo general Soba.

Plinio, al describir la Cantabria, cita como lo más oriental de ella el río Sanga, que nace junto a Sangas y San Bartolomé, que, unido al Gándara en Bollen, confluye con el Asón en Ramales.

Vegetación

La descripción del tipo de suelo la tomamos de la Geografía Botánica de Santander, de Guinea López, que sitúa esta zona en el hayedo cántabro, caracterizado por «el gran desarrollo de los peñascales de caliza con su talla kárstica, peñascales enjutos, con posibilidades mínimas de retención del agua, pero siempre que no estén desforestados se ven vestidos con el consabido manto que forma el Falgión Calcicola.

Mantiene Emilio Guinea en su libro la teoría de restar importancia a las ciencias del suelo al tratar de explicar cómo le es posible al haya subsistir en este esquelético suelo.

Su forma de razonar nos describe claramente el paisaje de las zonas altas del valle de Soba.

«La fuerza de subsistencia le viene al haya de la humedad atmosférica predominante. Pero esta humedad está, a su vez, reforzada por la densidad de nieblas que cubre constantemente este piso del Falgión Calcicola».

En las laderas escarpadas, pobladas de hayedos, hallamos suelos de espesor exiguo que apenas oscila entre los 2-6 dm. y, sin embargo, sostienen buenos bosques de hayas. En esta zona, la humedad se conjunta perfectamente con la topografía, dando al conjunto una belleza incomparable, maravillosamente descrito por el autos de la citada Geografía Botánica:

«Utilizando un símil muy gráfico, para mí el tapiz vegetal está compuesto como una acuarela; lo fundamental es el agua en que se disuelve el color. Si el papel en que se va a pintar está seco y caliente, tenemos las asociaciones vegetales circun-mediterráneas de colores con límites muy precisos en tonos homogéneos; pero si el papel está húmedo y seca muy despacio, como sucede con la vegetación atlántica, entonces los colores se mezclan y las comunidades vegetales se ubican en diversas estaciones que no les corresponden».

En la parte Norte, más baja sobre el nivel del mar, vuelve a presentarse un paisaje más típico, mayor monotonía de color verde.prado, caseríos aislados, zonas desforestadas y zonas redondeadas por la erosión.

Las principales especies vegetales: haya, Fagus Silvática; encina, Quercus ilex; castaño, Castanea Sativa; madroño, Arbutus unedo; argona, Ulex europeus; majuelo, Crataegus monogina; cornejo, Cornus sanguinea; acebo, Ilex aquifolium; Daphne Laureola; Erica vagans; Calluna vulgaris; Saxifraga Gneum; Pterix aquilina. Existen también gran riqueza de musgos.

Fauna

Estos montes son ya recogidos en el libro de montería del Rey Alfonso XI de mediados del siglo XVI, como buenos lugares para la caza del oso y el puerco (jabalí).

En el capítulo I del libro III cita: «Los montes de Castilla la Vieja, de Montisia, de Espinosa de Sova, de Ruesga, de Trasmiera, de Paz, de Carriedo, de Sotos Cueva et de la Sosierra».

Cuenta entre sus especies: Liebres, perdices, palomas, corzos, jabalíes, zorros, tasugos y no faltan nutrias, erizos, lobos comunes, cervales o linces, garduñas y gatos monteses, codornices, cornejas, chochas y avefrías, arrendajos, mirlos, tórtolas, malvises, arcos, pitorreales, halcones, águilas, azores, milanos, buitres, lechuzas y búhos.

Esto que pretendo hoy presentarles es el valle de Soba, tal vez uno de los rincones menos conocidos de la provincia, pero sí uno de los más propios.

 

Gerardo García Rodríguez

«La revista de Santander para la familia montañesa»

Es una publicación de la Caja de Ahorros de Santander y Cantabria

Nº 28 – Julio-septiembre 1982