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Al visitarnos la semana última, los estimados amigos y comprovincianos señores Tomás Sainz Trápaga y Juan Gómez Trápaga, aquél. dignísimo representante de LA MONTAÑA en la capital de la vecina República, habláronnos con verdadero entusiasmo de la labor que acaban de realizar antes de embarcarse para la tierruca. Dichos señores, bien conocidos en la capital de Méjico por su crédito y prestigio como comerciantes, se acordaron de su pueblo natal antes de salir de aquella ciudad rumbo a la Montaña, e iniciaron entre los hijos del pueblo de Rozas de Soba una suscripción para construir en él una casa-escuela con todos los adelantos que exige la moderna pedagogía.

La suscripción alcanzó en seguida la cifra de 2.800 pesetas conforme a la lista que los señores Trápaga nos entregaron y que es la siguiente; debiendo advertir que la cantidad que arroja la lista en cuestión fué recolectada por los citados amigos:

Manuel Sainz Trápaga…………………Pts. 300.00

Tomás Sainz Trápaga…………………..»     300.00

Romualdo Sainz Trápaga……………..»     200.00

Antonio Gutiérrez y Gutiérrez ………»    250.00

Manuel Gutiérrez y Gutiérrez………..»   250.00

Eusebio Gómez Allende………………..»    250.00

Francisco Ruiz…………………………….  »     200.00

Ramón Maza……………………………….»      250.00

Manuel Gómez Trápaga………………..»    250.00

Tomás Canales…………………………….»     200.00

Manuel Canales……………………………»     200.00

Leopoldo Mena……………………………»     150.00

TOTAL………….Pts. 2.800.00

Estos rasgos deben celebrarse no sólo por lo que significan para la cultura montañesa, sino también para que sirvan de estímulo a los nacidos en otros lugares de la Montaña donde no existan escuelas y puedan imitar el ejemplo de los de Rozas de Soba.

No faltan, por ventura, escuelas en nuestra provincia. Allí el analfabetismo-perdón por el vocablo-apenas si se conoce. Según la última estadística de la Dirección general de Instrucción Pública es la Montaña la provincia de España donde hay menos individuos que no sepan leer y escribir. Pero esto no basta. Es menester seguir combatiendo la ignorancia allí donde exista, de aquí que la actitud de los nacidos en Rozas de Soba nos llene de satisfacción dedicándola alabanzas y poniéndola como ejemplo del verdadero patriotismo en tierras de América.

No consiste el patriotismo en guardar mucho oro, en tenerlo escondido en los bancos o fomentar con él ricas empresas que, si de positivas ventajas para el país no lo son para la tierra donde se nació, y a la que jamás debemos olvidar. Es precisamente a los capitalistas a quienes corresponde demostrar cariño al rincón donde se vió la luz primera.

Los pobres tendrán mucha voluntad y muchos deseos de que su pueblo prospere, pero no pueden hacer nada porque su ideal se cumpla. Los capitalistas sí pueden darse un momento de júbilo, como se lo dieron los Pelayo, los Blanco Herrera, los Falla Gutiérrez, los Cacicedo, los Zorrilla, los Incera. y otros más creando escuelas y sosteniéndolas de su peculio en la tierruca. No hay que fiarse de la iniciativa oficial: ésta es sumamente tardía y casi nunca cumple los fines que se ambicionan. Por eso aquellos ilustres benefactores de la Montaña, cuyos nombres se pronuncian con tanto respeto en la tierra donde nacimos no esperaron jamás a la iniciativa oficial para llevar a la práctica sus pensamientos tendientes a dotar de escuelas a sus pueblos, a aquellos modestos lugares que abandonaron de niños al lanzarse a la conquista de la riqueza en América, conquista que realizaron merced a sus grandes virtudes, talento y perseverancia en el trabajo.

Agrupados los hijos de un pueblo, pueden hacer como los de Rozas de Soba residentes en Méjico. El esfuerzo colectivo es siempre poderoso. Rozas de Soba es un pueblo pequeño, tan pequeño que el Gobierno no se ha creído en la necesidad de dotarlo de una escuela. Y como ésta hace falta, y como los Rozas de Soba salen continuamente vecinos para estos países americanos, los hijos suyos que en Méjico viven quieren que, los que lo abandonen hoy, lo hagan en condiciones, es decir, que vengan preparados para la lucha cada vez más encarnizada y cruel que hay que sostener en América. La suscripción iniciada en Méjico dará sus frutos. Los organizadores de ella han elegido a LA MONTAÑA como su paladín en la prensa, para que publiquemos todas las listas que se nos remitan, y seamos a la vez el órgano oficial de tan importante movimiento de cultura. Así lo haremos agradecidos a tan señalada muestra de confianza, y como residentes en Cuba desearíamos que, si hay aquí hijos de Rozas de Soba que quieran adherirse a la suscripción abierta en Méjico con el fin que dejamos indicado, lo hicieran dirigiéndose a nosotros y honrándose al tomar parte en esa suscripción, que servirá para que Rozas de Soba no tenga nada que envidiar a los pueblos de mejores escuelas de nuestra provincia.

La Montaña aplaudirá como nosotros el rasgo de los señores Trápaga. A ellos se debe la recolecta iniciada con el propósito que dejamos consignando, y, entusiastas como buenos montañeses, sabrán llevar a la práctica su excelente idea, digna de las mayores celebraciones y, sobre todo, de que los hijos de Rozas de Soba les secunden de corazón probando así su patriotismo y su cariño a la aldea, necesitada hoy de la escuela que en breve tendrá, para que sus hijos, al formar fila entre los inmigrantes, dispongan de las armas que da el saber cuando se quiere luchar con éxito en tierras extrañas.

La Montaña: revista semanal de la colonia montañesa; Año III Número 17 – Habana 27 de Abril de 1918.