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«Galería Montañesa»

1º DE MARZO

D. Francisco [Martínez] de Rozas

FRANCISCO MARTÍNEZ DE ROZAS Y FERNÁNDEZ DE SANTAYANA

 

De la casa solariega é infanzona de Rozas, «una de las primeras y más ilustres de las montañas de Burgos, en el lugar de Rozas, situado en el Valle de Soba» era D. Francisco de Rozas, caballero de la orden de Alcántara, que prestó muchos y buenos servicios á sus Reyes en distintos cargos, así políticos como militares, en la Península y estados de Europa y en los virreinatos de América.

No se conservan noticias de los primeros empleos que sirvió tan noble vástago de la casa de Rozas, que era de «ricos homes de Castilla, de pendón y caldera, de vando y armería», pero no es desacertado suponer fueran en la milicia, ya por ser la profesión que en aquelllos tiempos se reputaba más propia de los hidalgos, y con preferencia de los que con legítima ambición deseaban hacer fortuna, ya también por la orden á que pertenecía y por constar en una relación de los servicios prestados por un hijo suyo, D. Thomas Casimiro, que D. Francisco había desempeñado destinos militares á satisfacción de sus superiores. En corroboración de este supuesto es de tener en cuenta que alcanzó la época aquella en que, aun de decadencia para España, se ocultaba ésta bajo un aspecto de grandeza y de poderío sosteniendo porfiadas guerras contra Europa y principalmente contra Francia, eterna enemiga de la casa de Austria, que no cejaba en su política de debilitarla siempre que se le presentaba ocasión propicia para ello.

En 1678 aparece D. Francisco de Rozas como Superintendente general de todas las rentas reales del reino del Perú, cargo de grandísima importancia y aun de mayor confianza, por las excepcionales condiciones de inteligencia y honradez que exigía en la persona que hubiera de desempeñarle.

Como tal Superintendente consta que recaudó y administró con toda probidad y celo las rentas del Rey en el antiguo estado de los Yucas, aumentando considerablemente los ingresos y teniendo la satisfacción de contribuir en aquel año á que los leales vasallos peruvianos de Su Majestad Católica el Rey de España concediesen á éste un importante donativo en metálico, cuya cuantía no se conoce, pero sí que en unión de otro hecho tres años después, ó sea en 1681, ascendió á ciento noventa mil pesos.

El segundo donativo sirvió para los gastos que se originaron al patrimonio real con la solemne entrada en Madrid de la Reina doña María Luisa de Borbón, esposa de D. Carlos II, el Hechizado, hija del duque de Orleans y, por tanto, sobrina del Rey-Sol, Luis XIV.

Preocupó mucho á la Corte de Madrid los preparativos para recibir dignamente á la Reina; «por fortuna, dice un historiador, hubo la feliz coincidencia de que arribaran por este tiempo á Cadiz los galeones de América, trayendo treinta millones: remesa que llegó tan oportunamente que sin ella, en tales circunstancias y exhausto como se hallaba el Tesoro, hubiera sido muy difícil, y casi imposible, atender á los gastos del viaje…

Por muchos días duraron en Madrid las fiestas, tales y tan suntuosas que parecía que la nación se hallaba en el colmo de su prosperidad y que no había otra cosa en que pensar sino en regocijos».

Entre aquellos treinta millones se contaban los cien mil y pico pesos que los peruanos donaron á Carlos II, y por cierto que no fueel empleo que se les dio tan digno como el acto de desprenderse de ellos, pues mejor hubiera sido destinarlos á desahogar la empeñada Hacienda, al mejor funcionamiento de los servicios públicos, á detener, en fin, aquella decadencia sin ejemplo en nuestra historia y que de una nación fuerte y rica hizo un Estado sin dinero, sin armada, sin ejército, aun sin población, pues llegó á ser la de España mucho mejor que lo que había sido la de cualquiera de los antiguos reinos en que estaba dividido su territorio en tiempo de la Reconquista.

El mérito y gran celo de D. Francisco de Rozas para promover el donativo al Rey y obtener tan buen resultado, fueron encarecidos por el Arzobispo de Lima, Virrey á la sazón del Perú, y por el tribunal del Consulado de dicho virreynato, quienes representaron á Carlos II en cartas oficiales encareciendo aquéllos, y recomendando al Superintendente para que se sirviese tenerle en la consideración que por tales servicios merecía.

No se conserva noticia de la fecha del nacimiento, ni de la defunción de D. Francisco de Rozas, aunque sí se sabe que residía aún en el Perú, desempeñando su alto empleo, en 1683.

Francisco Martínez de Rozas y Fernández de Santayana nació en el lugar de San Bartolomé, feligresía de Santayana, el 9 de junio de 1630. Fue hijo de Juan Martínez de Rozas y García de Rozas, Regidor de Soba en 1636 y natural de Incedo y de Catalina Fernández y Sainz de Santayana, natural de San Bartolomé de Santayana. Fue Superintendente de las Rentas Reales, General, Caballero de la Orden de Alcántara y Maestre de Campo. Vecino de Lima, Perú. Casado el 19 de febrero 1660 en Lima, Perú, con Luisa Meléndez de la Cueva y Gama, nacida el 10 de febrero de 1638 en San Cristóbal de Chavín, Guamalias, Perú. Francisco fallece en Santayana el 22 de marzo de 1690 a la edad de 59 años.

El Cantábrico: Diario de la mañana: Año IV Número 1040 – 1 de Marzo de 1898.