«Galería Montañesa»

4 DE MARZO

D. Carlos Dámaso Gutiérrez de la Torre

 

Del pueblo de Regules, en el valle de Soba, procedía D. Dámaso Gutiérrez de la Torre y Pérez de Soto, quien nació en el año 1766.

Del humilde pueblo donde había nacido y llevado de noble ambición, fiando en sus propios méritos y en la nobleza de su familia, cualidad si no indispensable en aquella época sí de gran importancia para abrirse camino en cualquiera de las carreras que se eligiese, se trasladó Gutiérrez de la Torre a Madrid, donde consiguió entrar en la administración del Estado y desempeñar los cargos de oficial de la secretaría de Estado y del despacho universal de Gracia y Justicia, vocal del Consejo de Su Majestad y después secretario de dicho consejo.

Tales destinos y sus especiales condiciones, que le permitieron, según dice un autor de asuntos montañeses, seguir su carrera administrativa con inteligencia y aprovechamiento, hicieron de Gutiérrez de la Torre una de las personas más distinguidas y ricas de la corte de España, á lo que, sin duda de ningún género, contribuyeron también los pergaminos de familia, merced á los cuales pudo, por su limpieza de sangre, vestir el hábito de caballero de la Orden de Santiago y ser Alguacil Mayor y Guarda de los Caballeros de las tres órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara.

Después de los sucesos de 1808, abandonada la capital de la monarquía por el Gobierno legítimo y ocupada por el intruso José Bonaparte, Gutiérrez de la Torre, como Arce Rebollar y otros hombres de valía y de influencia, equivocadamente creyeron más ventajosa para nuestra patria el cambio de dinastía y de principios que significaban los Bonapartes, y aceptó la presencia de éste y aun fue de los que formaban parte de su deslucida corte, como Corregidor que era de la villa de Madrid.

Mas su deseo de agradar al nuevo Rey de España fue precisamente la causa de su caída.

El general Gómez Arteche refiere que habiéndose presentado cierto día de 1810 Gutiérrez de la Torre á José Bonaparte, llevó consigo á un niño, hijo suyo, de edad de siete años, vestido con el uniforme de la guardia del Rey para halagar el amor propio de aquél, quien, en efecto complacido por la deferencia que tal acto significaba, acarició al niño diciéndole: -¡Oh bello niño! ¡Bello niño! ¿Para qué tenéis qüesto sable? Mas si el corregidor era afrancesado ante el hermano de Napoleón, fuera de su presencia debía tener arranques de patriota ó no cuidaba de inculcar á su hijo las ideas de amor y sumisión al Rey intruso, pues aquel, con desparpajo y naturalidad, contestó á éste: -«Para matar franceses».

Desde luego es excusado decir la embarazosa situación de Gutiérrez dela Torre y la desconfianza que tal hecho engendró en el ánimo de Bonaparte, quien retirándole desde entonces la amistad y protección que le había dispensado, le hizo perder la influencia que en su corte tenía, y como por otra parte el Corregidor carecía de ella con los patriotas, declinó su hasta allí explendorosa estrella y aborreciéndose, cesó en el desempeño de todo cargo público, falleciendo ya de edad en 1830.

El Cantábrico: Diario de la mañana: Año IV Número 1043 – 4 de Marzo de 1898.